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Volá alto, querido Sergio.

Con un enorme pesar y mucha emoción, nos toca despedir a un referente de nuestra disciplina. Una persona que será irremplazable.

El nombre Sergio Pedemonte es sinónimo de básquet en nuestra provincia. Su reciente e inesperada partida provocó un profundo dolor en quienes integramos la Federación, sus jugadores, árbitros y simpatizantes en general. Se nos fue un compañero de lucha, uno que siempre bregó por el crecimiento de la disciplina y por brindar un buen espectáculo.

Desde la llegada de la desagradable noticia, comenzamos a preguntarnos: ¿Qué significó para el básquet mendocino?  La respuesta parece sencilla, pero lejos está de serlo. Sergio no sólo fue el entrenador que llevó a la gloria a Mendoza en dos Campeonatos Argentinos, uno de los más ganadores de la historia de Atenas (su casa por elección), o el que condujo al campeonato del Nivel 1 y a la final de Superliga a Leonardo Murialdo, entre otros logros destacados; Sergio fue un loco que con mucha pasión contagió a cientos de personas. Fue mentor de varias generaciones de deportistas que hoy desparraman talento por todas las canchas.

Su huella se ve reflejada en las redes sociales, donde quienes fueron inspirados por él dejaron sentidos mensajes de recuerdo y emoción. Incluso los que no tuvieron la suerte de estar a su lado se dolieron por la noticia.

“Una pérdida muy grande para el básquet de Mendoza. Más allá de los títulos ganados con la selección y los clubes, dejó una huella por todos los lugares que pasó y eso lo logran pocas personas. No se guardó ningún conocimiento, compartió todo y dio su vida por el deporte. Sólo me queda decir gracias eternas querido Sergio”, expresa Nicolás Popón, presidente de la Federación.

Por eso, cuando pensemos en quien fue Sergio Pedemonte, podremos resumir todo en una palabra: básquet. Es, fue y será básquet. Nada menos que eso.

En conmemoración a su aporte, durante una semana completa, los partidos en todas las categorías mayores tendrán un minuto de reflexión y respeto a su memoria. El aplauso de todo el mundo del deporte será un gran mimo, pero sin dudas el mejor homenaje será la continuación de su legado. Cada vez que haya un triple sobre la chicharra, una buena defensa o una jugada colectiva coronada con una conversión, Sergio sonreirá orgulloso.

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